5 de octubre de 2024

Me busco y no me encuentro

Cada día me levanto, miro al frente, siento un resurgir de emociones encontradas en mi dolor, un dolor, un simple dolor, una explosión de estímulos desencadenantes al agotamiento físico y mental.

Oigo constantemente un profundo silencio ,manchado por una pequeña voz  frágil y dulce,susurrándome, conocer tu propia oscuridad es el mejor método para lidiar con la oscuridad de los demás.

Una frase, que durante mucho tiempo me llevó a conocerme en el peor momento de mi vida, temía de que me pasara esto, en un profundo pozo caí,  donde no podía salir, cada aliento era el último, cada milésima de segundo era igual a mil horas de espera, de incertidumbre.

La casa se encontraba en silencio, pero en mi cabeza un alboroto. Sintiendo si debía continuar o rendirme.

Cada vez  encontraba más piedras en el camino, sin saber a dónde ir, cómo debería reaccionar.

Solo esa pequeña voz susurrando, despierta, despierta ,debes despertar, salir del pozo en el que me encuentro en cuatro paredes, no me dejan ver la luz, no veo el cielo azul, no distingo del segundo del primero, yendo a huir sin tener escapatoria, trazando caminos sin haber fijado trayectoria.

Tratando de escapar del tiempo ,porque no ha cambiado y todo arde, me quema, duele saber que no vas a sanar si sigues fingiendo que no estás herida, sabiendo que las huellas que dejan las personas son, muy a menudo cicatrices que no sanan con el tiempo, embobada con el ruido de las sirenas chocó con la realidad, no me salen las palabras para expresar el sentimiento de llorar delante de personas que no entienden el significado de esas lágrimas, viniendo del corazón, no del cerebro. Esa lágrima duele más que la que cae del rostro, sino la que inunda el corazón y se desborda hasta el alma.

Me sigo escondiendo detrás de un “estoy bien” donde se oculta una realidad paralela conocida únicamente por mí.

Donde cada dolor que te hace más fuerte, cada traición más inteligente, cada desilusión más hábil y cada experiencia más sabia.

Aroa Alonso Pérez, 3º ESO A