23 de abril de 2024

Juan Carlos, jefe de estudios

Nuestro jefe de estudios, Juan Carlos, accedió amablemente a contestarnos a estas preguntas que habíamos preparado para conocerlo un poco mejor.

Al principio la situación nos resultó un tanto tensa, más que cuando lo tenemos en clase. Pero a medida que fuimos formulando preguntas y él las respondía esbozando una sonrisa, el ambiente para nosotros se relajó, nos trató casi de igual a igual y nos reímos mucho con él. Si quieres conocer más sobre este profe palmero de aspecto sereno y risa contagiosa, lee la entrevista que hemos preparado para ti.

Elaborado por: Beatriz Cortázar, Marina Acosta, Paula Llanos y José Enrique Molina.

Lugar de nacimiento: Santa Cruz de La Palma.

Si tuvieras que definirte, ¿qué tres adjetivos escogerías? Soy una persona tranquila, responsable y creo que simpática.

¿Cuántos años llevas dando clase? Yo empecé dando clases en La Palmas, en el colegio Loyola. Estuve allí un año. Luego me vine para el Hospital de La Candelaria, no a dar clases, sino como ingeniero, en el Departamento de Electromedicina donde estuve seis años. Y después ya empecé en el cole. Dando clases llevaré entonces 22 o 23 años. 

¿Cómo fue tu primer día de profe? Con nervios, seguro. En Las Palmas comencé haciendo una sustitución larguita y daba clases de Filosofía y Tecnología en 1º de Bachillerato y Religión en 4º de ESO.

¿Cómo eras de estudiante? Pues mira, era responsable, pero me costaba mucho la memorización. Estudiaba escribiendo porque a nivel de retención, reconozco que fatal; no se me quedaban las cosas. Por eso decidí hacer una ingeniería (aparte de porque me gustaba, claro está). Prefería una carrera que no requiriese demasiada memorización, que fuera más bien práctica, aunque, curiosamente, me gustaban mucho Filosofía, Sociología… En conclusión; como estudiante era “normal”, no destacaba especialmente.

Cuando piensas en tu infancia, ¿qué recuerdo te viene a la memoria especialmente? Pues mira, me vienen ahora a la mente los juegos y la diversión en las fiestas. Como saben en Santa Cruz de La Palma, en Carnavales, se celebran “Los indianos”, que ahora es una fiesta multitudinaria, pero que cuando yo era pequeño era una fiesta local y estábamos solo los chiquillos que vivíamos allí. Pues bien, hacíamos guerrillas con polvo, pero también con agua y era una pringada brutal. Mojar y luego empolvar. Hacíamos algo así como “Policías y ladrones” con varias bandas para perseguirnos y cuando cogíamos a uno, lo rodeábamos, lo mojábamos, luego le echábamos polvos de talco y… resbalones, caídas… ¡Era súper divertido, la verdad! Ahora en Los indianos hay un montón de gente y no tiene nada que ver. 

¿Qué persona de tu vida ha influido más en tu forma de ser? ¿Por qué? Han influido bastantes. Mis padres, por ejemplo, han influido mucho. De mi madre tengo el carácter “burlón” y de mi padre, la seriedad y la responsabilidad. Y, a lo largo de mi vida, ha habido muchas personas que han influido para bien. Aunque yo creo que más que las personas, influye lo que te va pasando; circunstancias, momentos duros… Yo creo que esto te termina marcando más que las personas en sí, por lo menos en mi caso. Por ejemplo, la muerte de un hermano mío, y después la de mi mujer, un accidente que tuvo mi hija… Son cosas que ocurren que marcan un poco el devenir de tu vida y también las ganas de seguir viviendo porque es un lujo poder estar aquí.

¿La primera impresión es importante para ti? La primera impresión no es importante, pero es un dato. Juzgar por la primera impresión me parece injusto para la persona. A mí tampoco me gustaría que me juzgaran por la primera impresión, pero es verdad que hay personas que desde el primer momento te caen bien o sientes que con ellas puedes sintonizar… Pero de ahí a que sea importante, no. También hay personas que en los primeros momentos te caen fatal y luego son personas muy relevantes en tu vida.

¿En qué te fijas primero cuando conoces a alguien? Primero, en la sonrisa; en el lenguaje no verbal en sí. El lenguaje no verbal nos da mucha información de las personas. La sonrisa sincera, que sonría con los ojos, la postura corporal… Sí, me fijo mucho en el lenguaje no verbal, que dice muchas cosas que a lo mejor no queremos transmitir, pero que transmitimos.

¿Te das a conocer fácilmente a los demás? No (Rotundo. Sorpresa por nuestra parte y risas) A ustedes, sí, pero porque ya los conozco desde chiquitos. (Risas) Soy reservado.

Algo que te enfade: Una cosa que me enfada es que se “machaque” a alguien de manera gratuita. Aunque, también es verdad, que las cosas que enfadan, a lo largo de la vida van cambiando. Cuando eres más joven te enfadan muchas cosas, luego ya vas relativizando y no te enfadas tanto. 

Me enfadan también las injusticias y el afán de hacer daño. Hay personas que hacen daño y hacen daño, a veces, con conocimiento. La prepotencia también, pero en el fondo lo que manifiesta es una debilidad. Las personas que se muestran prepotentes en el fondo es porque se sienten muy débiles e intentan aparentar otra cosa, por eso más que enfadarme, me hace gracia esa forma de comportarse ante los demás.

Algo que te alegre el día: Normalmente, lo que me alegra el día son las personas. También, un buen pateíto por el monte.

 ¿A qué te gusta dedicar tu tiempo libre? Pues mira, a caminar por la montaña, como ya dije. Los pateos por la montaña a mí me han dado mucha vida. 

En general, el tiempo libre lo dedico básicamente a estar con amigos y amigas, a pasear con mi perra, Kira, que está ya viejita y camina que… ¡parecemos los dos de la tercera edad! También dedico mi tiempo libre a la lectura. Y, si tuviera más tiempo libre, viajaría y viajaría…Me gustaría poder tomarme un tiempo, un año por ejemplo, y viajar, estando dos meses en cada lugar, desconectando, conociendo otras realidades.

¿Eres maniático? Si es así, cuéntanos alguna manía que no puedas evitar. No soy maniático, no. O igual lo soy, pero yo “no me lo detecto”.

¿Te gustan los animales?, ¿tienes mascotas en casa? Sí, tengo a Kira, mi perra y a “Escachadito” un hamster de mi hija.  (Risas) ¿Cómo dices que se llama? “Escachadito”. Este nombre se lo puso mi hija en honor a mi madre, su abuela. ¿Conocen los paraguayos, la fruta? Pues mi madre siempre los ha llamado “escachaditos” y a mi hija le hacía mucha gracia y cuando se compró el hámster lo llamó así.

¿Has viajado mucho? De los viajes realizados, ¿Cuál destacarías? ¿Por qué? ¡Me encanta viajar! He viajado a Asia, a varias partes de Europa, y a Hispanoamérica también. Pero viajar, independientemente del destino, es una pasada. Viene súper bien para la mente, para tomar perspectiva, para no creerte el ombligo del mundo. Se aprende muchísimo. Si vas a viajar con ganas de vivir la experiencia, claro está, no como el típico turista que va rápido de un lado a otro para sacar fotos y ya está.

¿Cuál es el último libro que has leído? Estoy leyendo Neurociencia del cuerpo. Y la última novela que he leído es La anomalía. Suelo leer normalmente una novela y un ensayo a la vez. Uno como distracción y otro con temas que me interesan. La anomalía es de un escritor francés. Trata sobre un avión que atraviesa y se pierde en una tormenta tremenda; luego sale de ella, aterriza y continúa la vida normal. Después de tres meses aparece de nuevo ese avión pidiendo aterrizar y aterriza de nuevo y ocurre que las personas se habían duplicado. Cuenta toda la gestión mundial para saber qué hacer con personas duplicadas. Es un poco inquietante.

Y como ensayo, La vida contada por un sapiens a un neandertal, de Juan José Millás y Juan Luis Arsuaga.

¿Playa o montaña? Montaña. La playita también, pero si me dan a elegir, siempre montaña.

Algo que te dé vergüenza: Yo soy muy vergonzoso y de chiquito más. ¡Muchas trabaderas por mi delgadez! Yo era muy flaquito, muy flaquito, igual que mis hermanos, y me daba vergüenza tener que mostrarme. Pero ya en la actualidad, que me dan muchas cosas más o menos igual, vergüenza, vergüenza… no tengo. La exposición al público siempre da un poco de corte, pero tampoco especialmente.

¿Qué no perdonarías? Creo que casi todo se puede personar. El perdón es una terapia personal y el no perdonar, el odiar, es un daño propio que te estás haciendo. Cuando eres jovencito, jovencita, igual lo vives todo con más intensidad; te cuesta más, pero quiero pensar que voy a tener siempre capacidad para perdonar. Ahora mismo no guardo rencor por nada.

¿Qué tres cosas echarías de menos en una isla desierta? Echaría de menos la lectura, la música y… por el tema de la supervivencia, pues un cuchillo, si no podría complicarse la cosa. Y, evidentemente, echaría mucho de menos a las personas.

¿Cómo es tu fin de semana ideal? Relativamente tranquilo: con pateíllos por el monte; con cenitas con los amigos y con mis hijos; con alguna serie… Variadito, pero sin tener la agenda llena, con cierta relajación.

¿Un sueño por realizar? Tener 24 gallinas. (Risas, nuestras y suya) ¿Por qué 24 y no 25 o 23? Porque 24 es un número perfecto; son dos docenas. ¿Esto queda raro? Espera, pienso en otro sueño… ¡ah! El viaje. El sueño de un añito fuera. No necesariamente en el extranjero, pero un añito fuera de aquí, viajando, desconectando.

¿Qué piensas de la situación de Rusia con Ucrania? Que es lamentable. Me da mucha pena por Ucrania; me da pena por mucha población rusa que está engañada. Y me da pena que nos acostumbremos a la guerra. Conforme va pasando el tiempo vamos normalizando la situación de conflicto en Europa y ni le prestamos atención, ni nos asombran las imágenes. Hay que hacer un esfuerzo por no perder de vista esa guerra y otras tantas que hay en el mundo.

Última pregunta… ¿Barça o Madrid? Barça. Realmente ya no sigo el fútbol, pero… De chiquito me mandaban de vacaciones al Realejo, con mi primo, porque la familia de mi madre es de allí. Mi tío era un forofo del Barça. En casa son todos del Madrid y la única interpretación que se me ocurre al respecto era que yo lo hacía por influencia de mi tío y por llevar la contraria a toda mi gente.

Terminamos la entrevista con la sensación agradable que se tiene después de haber pasado un buen rato. Juan Carlos hizo que todo fluyera fácilmente. Y esta conversación estuvo desde el primer momento llena de sonrisas amplias, de risas y hasta de alguna carcajada.

¡Muchas gracias, profe!